Hay un horizonte, debajo de las piedras. En el pétalo que cae. En el vuelo que se pierde…
Allá en las islas, vacías. Allá. Donde el mar no se agita. Allá. En esa estrella que titila.
Mientras, las miradas, naufragan. Son mil barcos, de mil tripulantes sonámbulos. Que colisionan, como sombras.
Pero el canto de las sirenas despliega sus alas de mariposa y se posa sobre la luna, teje arcoíris oníricos con la niebla nocturna. Teje, desteje, vuelve a tejer.
Hay un horizonte, en la lluvia que ya no se anima, a llover otra vez. Hay otro horizonte, en el río que ya no sabe, cómo volver. Y en la hoja, que un otoño emigró, sin querer.
Hay cuentos, que ya no cantan, porque se suicidaron, las palabras. Y pinceles grises, lloran el silencio, de los colores, en silencio.
Pero, allá, en el horizonte, del horizonte, hay un horizonte. Allá. En esa sonrisa, que se esconde...