jueves, abril 7

Vidas

Como péndulo, yendo, y viniendo, en un momento eterno. Como péndulo, oscilás como un péndulo oxidado, y me taladrás la cabeza.
Paraísos demenciales, infiernos apacibles.
Cómo un péndulo, yendo, y viniendo.
Qué, di qué ¡oh humanidad! ¿ qué temés más? ¿qué deseás más? ¿qué? ¿qué perseguís? ¿y que anhelás? ¿Por qué morís? ¿Por qué matás?
Es una danza, de luces, de sombras, que giran, giran
¡Una danza, es una danza!
La danzan cielo y tierra, esos días, de lluvia, de niebla, luces grises, y arcoíris.
La danzan sol, y luna; alba, y ocaso, en eterno abrazo. Danzan, desquiciados. Danzan, extasiados.
Como un péndulo, yendo, y viniendo.
Y la danzás vos, a la vez, pero no ves, si no tenés ojos: ¿cómo podrías hacer?, si te los arrancaron los cuervos, al nacer.
Y danzás, vos danzás, arrastrando los pies. Gritarías, suplicarías, talvez, pero no podés: sin lengua ¿cómo habrías de hacer?, si las serpientes te la mordieron, al nacer.
Y la danzás, como un péndulo, en un momento eterno.
En jardines, clamorosamente pestilentes, de hermosos colores, y corruptas fuentes.
En pantanos, deleznablemente encantadores, infectos, de susurros, de aire, puro.
La danzan ángeles, y demonios, en estrellas, y en cavernas; en mares, en montañas; en las cimas, y las simas; en la bruma, y la espuma. Danzan, y danzan y se funden, y confunden y te miran, desde adentro, con tus ojos, ciegos, furiosos, ciegos, lluviosos, ciegos. Y encienden el fuego, celeste, danzando, hacia el este, hacia el nacimiento, siempre. Y sorben las aguas, las frías aguas, de los manantiales de la montaña, al oeste, hacia la muerte, siempre.
Como péndulo, como un péndulo, siempre.
Y danzando besás la tierra, y danzando tocas el cielo y danzando te desquiciás, y danzando te iluminás. Y danzando sentís, que talvez, esta danza... no tenga fin.
Cómo péndulo, como un péndulo, en un momento, eterno.