domingo, octubre 24

Hastío

¿Cuántas muertes habrá que soportar antes de nacer?
 ¿Cuántos nacimientos antes de morir?

La imperiosa necesidad de necesitar una necesidad afila sus dientes en su propia carne y bebe su propia sangre, devorándose de a dolorosos instantes, desgarrándose, desangrándose.
 Esbozos de aliento que no alcanzan a empañar el vidrio de esa maravillosa ventana de cristal de horizonte, se angustian en el reflejo de una eterna batalla de mil colores y una sombra. Sombra que canta endemoniada un canto nocturno de amapolas siniestramente dulces.  
 Gritos que comulgan en un silencio gastado. Gritos que se despluman antes de precipitarse por el precipicio hacia su primer vuelo y yacen, tendidos al pie de los árboles.
Decadencia de bailar caminando, arrastrando los pies que resbalan con las gotas del crepúsculo que se desangra en sublimes cuadros oníricos.
Desesperación de brazadas en un mar sin olas.
Terremoto de quietud aplanadora que silencia hasta el deslizar del río.
Golpe de aire blanco que congela hasta el vaivén de las hojas.
Y la lluvia, que gota a gota orada gigantes de hielo y roca…
Y la sombra que nota a nota teje su canto de amapolas…
Cascada infinita de palabras que temerarias saltan al vacío, y que allí se pierden, y allí ya no se encuentran.
Paciente locura destructora a la espera del fulminante sopor de aromas violáceos, que dibujará la armonía de navegar en cielos de amatista y polvo de astros celestes, de nieve de ángeles y ríos de fuego y rosas, de auroras marinas y cometas de esmeralda...

Y la lluvia, fue río, gota a gota
Fue canto, de amapolas.

miércoles, octubre 6

Hadas

A veces pienso, que sí existen, las hadas.
A veces pienso que la realidad es sólo una palabra, el horizonte sólo una línea pintada y las estrellas copos de nieve que hipnotizados por la luna, no quisieron bajar.
Cuando la luna canta fría, la luna canta lejanía. Cuando la luna canta pálida, la luna ilumina. La luna renace de la muerte del sol, la luna canta muerte, la luna fulmina. La luna canta lágrimas, pero dibuja sonrisas... Camino a su amparo, y siento esa tenue dionisiaca brisa, y sigo caminando, con pasos que son islas. Islas que son eternidad, infinito. Infinitos en que busco una mirada que no sea naufragio, busco y sigo buscando.
Pero a veces pienso, que sí existen, las hadas.
A veces pienso que los sueños no son otra cosa que las espinas de la rosa, que tiñen de de rojo nuestras manos ya astilladas de cristales rotos. Rojo intenso pero lívido, rojo de muerte, de muerte del día, rojo de crepúsculo. Crepúsculo sublime que absorben las nubes, nubes que son deseos extraños, inefables. Nubes con textura de río, que son esencia de magia celestial. Nubes que son esencia de vida.
Y entonces pienso, que sí existen, las hadas...