Hay un sujeto extraño, que transita
silencioso por las calles del pueblo. Visita gente, de manera poco
ortodoxa, casi hasta desconcertante. Llega a la casa determinada,
golpea la puerta, le abren, le hablan, no contesta, no pasa, no se
mueve, no nada. A veces le cierran la puerta en la cara, entonces se
va. A veces dejan la puerta abierta, lo miran un rato, monologan,
entonces se queda, y mira. A veces se sienta, en el umbral de la
puerta. Después se va, y si el visitado fue cordial, vuelve, y así.
Una vez lo vi sonreir ante unos ojos de
escorpión, que lo miraban del otro lado de la puerta que desde la
primera visita quedó siempre entornada. De allí no se fue, allí se
quedó, rodeando la casa, mirando por la ventana. Nunca le habló,
nunca intento entrar, no nada. Él da vueltas alrededor de la casa.
Él mira por la ventana.
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