domingo, enero 12

Nada, eso.

Hay un sujeto extraño, que transita silencioso por las calles del pueblo. Visita gente, de manera poco ortodoxa, casi hasta desconcertante. Llega a la casa determinada, golpea la puerta, le abren, le hablan, no contesta, no pasa, no se mueve, no nada. A veces le cierran la puerta en la cara, entonces se va. A veces dejan la puerta abierta, lo miran un rato, monologan, entonces se queda, y mira. A veces se sienta, en el umbral de la puerta. Después se va, y si el visitado fue cordial, vuelve, y así.
Una vez lo vi sonreir ante unos ojos de escorpión, que lo miraban del otro lado de la puerta que desde la primera visita quedó siempre entornada. De allí no se fue, allí se quedó, rodeando la casa, mirando por la ventana. Nunca le habló, nunca intento entrar, no nada. Él da vueltas alrededor de la casa. Él mira por la ventana.

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