martes, enero 21

Chivos expiatorios

.Ya no te aguanto, sos muy pesado.
-Soy osmio.
.Sos inestable.
-Soy derrumbe.
.Sos indeciso.
-Soy de aire.

.Nunca actuás, me cansé de esperarte.
-Soy lo último que se pierde.
.Estás perdido.
-Soy camino.
.¿Sabés que nos vamos a morir?
-¿Sabés que podés sonreír?

.Dejá de mirarme.
-Sacate los ojos.
.Podés acercarte.
-Puedo ser lluvia y no mojarte.
.Podés caminar hacia adelante.
-Soy agua en un estanque.

.Podemos agarrarnos de la mano.
-Soy humo gris de tabaco.
.Esfumate.
-Soy las piedras que pisaste.
.Podés tirarte al río.
-Río, de vino río.
                     

domingo, enero 12

Nada, eso.

Hay un sujeto extraño, que transita silencioso por las calles del pueblo. Visita gente, de manera poco ortodoxa, casi hasta desconcertante. Llega a la casa determinada, golpea la puerta, le abren, le hablan, no contesta, no pasa, no se mueve, no nada. A veces le cierran la puerta en la cara, entonces se va. A veces dejan la puerta abierta, lo miran un rato, monologan, entonces se queda, y mira. A veces se sienta, en el umbral de la puerta. Después se va, y si el visitado fue cordial, vuelve, y así.
Una vez lo vi sonreir ante unos ojos de escorpión, que lo miraban del otro lado de la puerta que desde la primera visita quedó siempre entornada. De allí no se fue, allí se quedó, rodeando la casa, mirando por la ventana. Nunca le habló, nunca intento entrar, no nada. Él da vueltas alrededor de la casa. Él mira por la ventana.

sábado, enero 11

Palabras, pronunciadas, sin sentido. No se escuchan, y aunque sí, ¿qué?
¿Qué es comprender? Entender una mirada, co(n)-fundirse, podría decirse que eso. Y eso no es hablar con palabras. Las palabras pronunciadas limitan los mundos, los universos posibles.
No me hablés. No hablemos más. Caminemos conversando con nuestros pasos, como ayer, al sol, volviendo del lago, ¿notaste que nuestras sombras parecían agarrarse de la mano?
La armonía perfecta, si la hay, si puede aseverarse que existe algo susceptible de ser llamado perfecto tal y como usamos actualmente el término, eso es el silencio. El silencio es el no-ser o, dicho de otra manera, El Ser, con mayúsculas, un verbo supremo. Por lo tanto, ejercer la práctica del silencio es una acción suprema. No hablo del silencio absoluto, del vacío insondable, hablo de otro silencio, hablo de la paz, de la calma. ¿Notaste mi mirada buscando atravesar tus silencios?
La lluvia también es silencio, porque es paz, es armonía milagrosa, la vida misma viviendo. En otros tiempos alabé a la lluvia como canto, ahora me doy cuenta de que en realidad es silencio. El sonido de la lluvia es entonces uno de los sonidos del silencio, sí, el silencio suena, y no pienso que sea una afirmación contradictoria. Como hoy, abajo de la lluvia de verano, ¿no tuviste la impresión de que podíamos desaparecer si nos hubiésemos mirado a la ojos un minuto entero? Hubiésemos sido silencio, silencio en el silencio.